Toribío, Norte del Cauca, Colombia

Después de una corta pero sabrosa travesía por el invierno francés, rica en pan y queso, llena de reencuentros calorosos, y cargada de energía gracias a un Laboratorio teatral en dos barrios de Aubervilliers (ver Labo TJ), acá estamos. Acá estamos en medio de las montañas verdes del Norte del Cauca; un regreso al verano, a la primavera de las luchas, a las siembras y las cosechas. A la chicha y al maíz. Un regreso a las Tierras Fértiles.

Acá, nuestras maletas se están enraizando, y los tejidos se están fortaleciendo, hilándonos cada día más a la gente, los procesos y el territorio. Acá, es infinito lo que nos queda por aprender – o más bien por desaprender. Desalambrar -dice el viento. Corazón y mente. Acá estamos para desalambrar nuestro teatro, devolverlo a la tierra, a la gente, a las luchas, a la vida; intentando humildemente ponerlo al servicio de los imaginarios y sueños populares.

En Cali, el año pasado montamos una obra de teatro de calle contando la resistencia de la Comunidad de Paz de San José de Apartadó (ver Apartados). También, con el MOVICE (Movimiento de Víctimas de Crímenes de Estado) trabajamos con las familias de dos mujeres víctimas de desaparición forzada para poner en escena la injusticia de los crímenes de Estado pero también la verdad y la tenacidad de las luchas por la vida (ver Por algo sería). En Toribío, desde agosto caminamos con la Comunidad Nasa, realizando distintos talleres de teatro y procesos de creación colectiva con jóvenes y adultos para que se contara lo que se vive aquí, y lo que se espera (ver Toribío). Bajando hacia el valle, acompañamos el proceso de lucha del pueblo Nasa contra los monocultivos de caña llamado Liberación de la Madre Tierra, integrados a un equipo de comunicación bien bonito (ver Desalambrarte).

Y seguimos caminando, paso a paso, para que el teatro que hacemos sea cada vez más un espacio donde alzar la voz múltiple de los pueblos que no agachan la cabeza, una manera de escuchar los murmullos y los gritos de la tierra, una oportunidad de reunirse para nombrar la realidad desde la raíces, y hallar fuerzas para luchar desde la montonera. Un teatro tejido con el mundo

Después de nueve meses de vida y procesos teatrales en el pueblo de Palomino, desde febrero hemos instalado nuestra base en Cali; gran ciudad al sureste de Colombia. Acá, se juntan los perfumes, los colores y la gente del Valle, del Cauca, y por supuesto, del Pacífico. Indígenas, afros, todos agro-descendientes – así está escrito en una pared de la ciudad. Cali es un hervidero cultural, popular e irreverente, que se expresa en murales coloridos, que se rapea en los buses, que se cuenta en los parques y jardines.

Acá, sacamos nuestro teatro a las calles, actuando y ensayando frente a peatones conmovidos y exigentes; disfrutando el placer de crear en espacios abiertos y de apropiarnos de ellos (ver Apartados).

Integrados poco a poco a una gran red de educación popular, diversa e inventiva, apoyamos las luchas urbanas, feministas, a través del humor y la poesía de nuestros títeres.

También descubrimos el norte del Cauca, la organización de comunidades Afros, y la fuerza de la organización indigena Nasa en al construcción de su autonomía y su lucha por la liberación de la madre tierra.

Humildemente, tratamos de poner nuestros títeres y las técnicas del teatro del oprimido al servicio de espacios de debate alrededor de las problemáticas de la región (presencia de grupos armados, acaparamiento de la tierra por algunos terratenientes muy poderosos, narco-tráfico…) ver Toribio y de las luchas sociales que las enfrentan. Aprendemos muchísimo, tratando de entender y contar el momento que está viviendo el país, oscuro y luminoso a la vez.

Y nuevos cocineros se acercan a la olla!!: Katerine y su risa en carcajadas, Marcelo y sus tambores, Lady y su lucidez risueña. Y también, de Myriam a Emil, de Martin a Hannah, los llegados del otro lado del charco oceánico nos ayudan a construir este puente que soñamos tanto entre los sures y los nortes, trayendo a la sopa exigencia, frescura, trompeta o break-dance, y fortaleciendo el colectivo de lindas brisas que proyectan los por-venir