Saludos.
Aplausos.
Los actores y las actrices salen.
Se siguen escuchando los aplausos. Un buen rato.
Detrás del panel de cartón, del otro lado de la escena, la emoción es inmensa. « ¡La sacamos del estadio! » dice Emerson, de 17 años, con la cara alumbrada por su sonrisa. Gritos, murmullos, risas… Nos asombramos con Mara, de 8 años, que improvisó un personaje inédito de huérfana para la noche de estreno, y con Yilmadis, de 25 años, de la presencia de su personaje de paramilitar: «Se calla o los callamos». Nos reímos con Mariela y Vanesa recordando la extravagancia de sus personajes de multinacionales ávidas. Y con Tití, de 10 años, de su imitación del hablado de otro compañero. Y del uno al otro: abrazos, felicitaciones, suspiros de satisfacción…
Unos espectadores llegan para agradecer, admirados. No son espectadores cualesquiera. Son las mamás, los papás, los hermanos, las hermanas. Los acompañantes internacionales. La gran familia de la Comunidad de paz de San José de Apartadó. «Lo que actuaron ustedes, es lo que vivimos nosotros, hace 25 años. Todo lo volvimos a vivir con esta obra. Los dolores, pero también la organización, la unión, la resistencia»; «A mí, se me mojaron los ojos por ratos… »
23 de marzo de 2022.
Hoy es el día de aniversario de los 25 años de existencia de la Comunidad.
Y otro abrazo especial para Brígida, de 70 años, una de las fundadoras de la comunidad, que, a pesar de la tos, cantó en vivo la canción del Pueblo de San José, compuesta en 1997 durante los primeros meses de existencia de la Comunidad:
«San José pueblo querido, con gente de gran valor
Nos queremos como hermanos y luchamos con valor»
1997: el momento en que, en medio de masacres sin número y del desplazamiento forzado de miles de campesinos, unos 300 campesinos y campesinas deciden formarse como comunidad de paz. Para permanecer en sus tierras, para seguir siendo campesinos, y para impedir la explotación de su territorio.
Hoy son estos mismos campesinos y campesinas, y sus hijos, hijas, sobrinos, sobrinas, nietos, nietas, los y las que actúan la Historia. Acá en la Comunidad, recordar no es hundirse en la nostalgia. Acá, recordar es resistir. «Resistir a la política del olvido» repite Javier, el cura jesuita que acompaña la comunidad desde sus inicios. La Memoria es uno de los pilares de la Comunidad, la tierra en que se arraiga la lucha de hoy en día, las piedras del camino.
Y con las más de 300 personas asesinadas en 25 años de historia, el camino ya es largo y con todos los niños y las niñas que andan corriendo por ahí, el camino tiene por dónde seguir.
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Acordarse de la Historia.
Recordar los y las que cayeron.
Contar la resistencia.
Transmitir la idea que es posible; que es posible ser comunidad en medio de la guerra negándose a todo tipo de violencia, que es posible permanecer como campesinos libres construyendo soberanía alimentaria, que es posible impedir la explotación de la tierra decidiéndose firmemente a una vida sencilla.
Contar para regar la alegre rebeldía.
¿No será esa una de las tareas del teatro?
Esa pregunta-certeza ya nos picaba el ojo cuando, en 2017, nuestro amigo François Bonté nos habló de la Comunidad de paz de San José de Apartadó. Y, después de haber creado una obra de teatro callejero, Apartados, contando la reciente incursión paramilitar y las numerosas violaciones a la comunidad en 2017, nos dimos cuenta de que, si bien nuestro conocimiento de la realidad alcanzaba a contar la perfidia de los ataques y lo indecible de las masacres, nuestra imaginación no alcanzaba a narrar la belleza y el todo-posible de este proceso de resistencia.
Nos prometimos entonces crear una obra de teatro colectivamente con los miembros de la Comunidad dejándonos contagiar de su esperanza en práctica. Y es en el 2022, acudiendo al llamado de Francois Bonté, Ana Mejía Eslava y Alejandra Tristancho, que logramos conspirar un tiempo de creación colectiva acá en la comunidad para su 25o aniversario.
Y aquí estamos. Estrenando la obra.
Hace un mes que empezó el proceso de creación colectiva.
Fue un mes de compartir la vida acá en la Aldea de la Comunidad.
Comer pan casero de More, arepas y buñelos caseros de Brígida, queso de la vereda de la Esperanza, chicharrones de los marranos de los vecinos, leche recién ordeñada, chocolatinas del cacao comunitario; sin hablar de los aguacates, plátanos, frijol, zapotes y muchos otras frutas cosechadas en las tierras de la Comunidad. Acá, la autonomía, no es discurso vacío. Es sabrosura cotidiana.
E ir a bañarse en las quebradas alrededor, visitar las otras veredas a lomo de caballo, tratar de ayudar a moler caña, hacer natillas, pintar la escuela propia… Jugar con los niños y las niñas y estar ahí sentados, también, disponibles para conversar con los y las que pasan.
Y pues… el teatro. Después de un tiempo de talleres de iniciación previamente realizados por François, Ana y Alejandra para trasmitir juegos, ejercicios, generar confianza y consolidar un grupo, nos juntamos al proceso para escribir la obra a partir de las improvisaciones ya construidas de manera autónoma por los y las participantes: niños, niñas y jóvenes, madres de familia y abuelas de la comunidad. Fue el momento de juntar los recuerdos de los mayores con el humor y la energía de los y las jóvenes. El momento de hilar las anécdotas chistosas con las historias dolorosas. De poner en escena el trabajo plástico de Ana y Mariela… El momento de burlarnos de la ambición de los poderosos, de su apetito sin fin, de sus jugadas sucias. El momento de reconocer en escena la grandeza de esta resistencia.
La obra se estrenó. Parece que atinó.
¡A festejar, entonces, a celebrar!
¡Feliz cumple a la Comunidad de paz!
¡Y que cumpla muchas más!
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Esta creación colectiva se ha construído con los recursos personales de los miembros del Colectivo Sopa de Piedras y de los demás compañeros y compañeras que soñaron y siguen soñando este proyecto, y con los recursos materiales de la Comunidad de Paz. Queremos poder seguir el proceso teatral de la mano con la comunidad durante los próximos años, con el fin de acompañar el grupo de teatro ya constituído hasta que este logre una cierta autonomía. Por ello, estamos buscando apoyos para poder financiar transportes, alimentación y materiales escénicos. Si tienen idea de posibles apoyos, no duden en contactarnos.
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Comunidad de paz de San Jose de Apartado: Ubicada en el Uraba antioqueño, Colombia, esta comunidad fue creada en 1997 en medio de la guerra por cientos de campesinos y campesinas para resistir al desplazamiento forzado causado por la violencia perpetuada por las fuerzas militares y paramilitares. La comunidad de paz se creó para permanecer en el territorio y impedir su explotación por las corporaciones. Totalmente autónoma de cualquier ayuda u recurso del Estado, la Comunidad esta basada en el trabajo colectivo y orgánico de la tierra, la toma de decisión en asambleas, la no-violencia y no participación a la guerra. La Comunidad cumplió 25 años en el mes de marzo pasado, conmemorando cerca de 300 víctimas, y siguiendo con su proyecto de esperanza.
Video acerca de la Obra:
Aquí, el sitio web de la Comunidad de Paz de san Jose de Apartado.