Se escucha un revoltijo de hojas que crujen. Es un combo de miquitos cari-blancos. Graciosos y tiernos como son los micos. Desde lo alto de su árbol, nos saludan con gritos y acrobacias impresionantes. En una de las ramas, más abajo, una iguana da unos pasos, lentamente, al ritmo seguro, milenario, de la Tierra. Estamos boca abierta, facinados, maravillados de tal espectaculo. Los amigxs de la Comunidad de Paz nos miran y se ríen, búrlandose de nuestro asombro exagerado de citadinos occidentales. Para ellxs, es muy habitual la compañía de monos, iguanas, guacamayos y tigrillos. Entre risas y recochas, retomamos la caminata, intentando alcanzar la procesión de los niños y niñas correteando, de Blacho y su guitarra, de los ancianos y ancianas, de los jóvenes sosteniéndo pancartas pintadas…

Hoy, 23 de marzo de 2023, para el 26xto aniversario del inicio de su resistencia como comunidad, los miembros de la Comunidad de Paz han decidido realizar una marcha a lo largo del río de la Serranía del Abibe. Este río, es la vena principal de su territorio, el territorio que han habitado y defendido con tanto fervor desde hace 26 años. Un territorio que está amenazado ahora más que nunca.

La noticia cayó como un cuchillo hace unas semanas.

Ninguna sorpresa, nada nuevo. Es la sentencia que se murmura hace ya tantos años, finalmente artículada en voz clara. El nexo causal de dos décadas de masacres, desplazamientos, olvidos, persecuciones e injusticias. La explicación de esta determinación implacable para quitarles la tierra a los campesinos. Y quitarle sus habitantes, sus amantes, sus defensores a esta tierra.

8 proyectos de extracción minera en la Serranía del Abibe fueron ya firmados. Arena y roca para convertirlas en cemento. Cemento para construir el flamante puerto de Antioquia. Un puerto de donde se exportará caliza y carbón. Caliza y carbón que también se sacarán del río, de las montañas y de la tierra. Para ir engrosando las ganancias de un puñado de empresas nacionales y transnacionales.

La noticia, aunque esperada, nos deja estupefactxs. En el oído, parece escucharse el zumbido de las máquinas qué se acercan y qué, muy pronto, podrían callar la alegría los micos cariblancos y acortar el paso milenario de las iguanas.

Pero los gritos de los niños nos devuelven al presente. Nuestra colorida y ruidosa procesión se abre paso a través de bosques y aldeas para llegar hasta el borde del valle. Los pasos de los miembros de la comunidad son seguros y rápidos. Sus pies conocen cada piedra del camino. Este territorio es su hogar. Bajamos en el cauce del río, ancho, muy ancho, lleno de piedras grandes, piedritas, arena. El agua tibia acaricia nuestros pies descalzos y baña a los más pequeños. En el horizonte, las montañas están cubiertas de árboles centenarios. Dignos, orgullosos. Parecerían invencibles : Volanderas, Yarumos, Arból del pan, Guayacanes, Mano de oso : tantos tejados para hospedar a todos los pájaros que colorean el cielo… Uno se siente tan pequeñx en este paisaje. Haciendo parte.

Más adelante, las máquinas ya entraron al río y empezaron a revolver las piedras del cauce. Dos inmensos montones de arena escoltan un minúsculo chorrito de agua en el centro. Parecen amenazarlo desde su altura, obligándolo a correr rectico, calladito y sin remolinos. Pero no se puede impedir al agua de correr, como tampoco se puede impedir a los campesinxs de amar y trabajar sus tierras. Menos todavía a estxs campesinxs que decidieron, hace 26 años, quedarse en su tierra, aunque tuvieran que desafiar la muerte, la tortura y la humillación.

Uno de las telas pintadas ondea al viento, al ritmo de la melodía de la canción de Blacho.

Hace ya tres semanas que llegamos a la Comunidad de Paz. Giovanna, François, Ana, Myriam, Jorge, Perrine, Nehuen, nuestras tres toneladas de ganas de aprender, de conocer y de crear, y este objetivo, pequeño y grande a la vez, como pretexto para reunirnos y construir: crear una obra de teatro con el grupo de teatro de la Comunidad de Paz, que se presentará en el aniversario de la comunidad.

Para este segundo año, el tema de la obra surgió muy rápidamente. El grupo de la Comunidad lo formuló como una urgencia. Contar lo que le está pasando a este valle, a este río, a esta comunidad. Lo que está ocurriendo ahora y desde hace años atrás: despojar la tierra para entregarla a la codicia sin fín de las empresas nacionales y transnacionales. Así que nos pusimos manos a la obra, jóvenes y mayores por igual.

Tres semanas de encuentros cálidos y entusiastas. Construcción de máscaras con los totumos de los árboles de la comunidad; círculos de baile loco para reír y calentarse; montañas de cajas de cartón para jugar, recortar y pintar; desfiles de personajes raros e inquietantes; orquestas mágicas para trabajar las voz; juegos para ganar confianza; pinturas gigantes para representar las verdes montañas del Abibe, los campos de cacao y maíz, las casas donde vivir felices, el río donde bañarse…

La flamante “Casa de los Sueños”, un espacio construido especialmente para todas las actividades culturales de la comunidad, se llenó para la presentación de la obra. Silencio y atención absolutos en el público. Risas, lágrimas, admiración, y aplausos, durante largo rato.

No les contaremos la obra porque esperamos que la vean algún día. Sólo les adelantamos que son un búho visionario y una guacamaya parlanchína los que cuentan la historia; que hay campesinxs que pescan, cantan y viven contentxs; gente extraña con cascos amarillos que miden todo lo que ven y confunden el pescado con el carbón… Tambien les contaremos que aparece un tal Paramillo que ofrece chanclas a cambio de una firma; que se escuchan disparos en la oscuridad; que se encienden velas; que presenciamos una reunión de poderosxs enmascaradxs, y descubrimos un futuro no tan distópico donde las máquinas devoran las montañas y el río se convierte en una carretera… Pero sobre todo, tienen que saber que esta historia aún no ha terminado.

¿Podrán las máquinas acortar el paso de las iguanas? ¿Se convertirá el río en carretera?

Lo único que sabemos es que si le damos un megáfono al búho y a la guacamaya, si hacemos viajar este paisaje tan vivo de Abibe, si exponemos la amenaza que aún se cierne sobre la comunidad y su territorio, es un grano de arena más en el zapato de los poderosos; una melodía en el viento contra el imaginario dominante; un poquitito de agua que se vierte en el embalse de las máquinas, para frenar el supuesto progreso y hacer que los monitos cari-blancos se retuerzan de la risa.

Participaron a este Proyecto:

Francois Bonté
Giovanna Di Filippo
Ana Mejía-Eslava
Jorge Agudelo Echeverry
Myriam Cheklab
Perrine Capon

Proyecto apoyado por la organización Non Violence XXI

Ilustraciones de Ana Mejia Eslava, Les Éditions du Carnet d’Or

Las criaturas humanas construyen sostenes suntuosos para sentarse lejos de la tierra. ¿Sabrán ellos que queriendo elevarse están cayendo? Si el hombre teme sentarse sobre la tierra, algo malo le ha pasado a su alma.
Liliana Bodoc, La Saga de los Confines, Los días del fuego.

Más de mil formas distintas les hemos dicho que la tierra es nuestra madre, que no queremos ni podemos venderla. ¿Acaso es costumbre del blanco vender a su madre?
Extracto de la Carta Uwa al mundo

Los Cuentos del Venado no es solo una obra de teatro de títeres y teatro de máscaras. Es ante todo, el sueño de un viaje por el Abya Yala1

Es el sueño de visitar los pueblos originarios del continente, recogiendo historias que cuenten otra visión a la de la sociedad dominante civilizada.

Es una obra sobre el bosque.
Sobre el bosque y su enemigo.

Sobre los pueblos que han vivido durante miles de años en familia con su entorno y sobre aquello que llamamos Civilización, esa palabra heredada del latín a punta de sangre y destrucción que desde hace un par de miles de años busca moldear al mundo según sus leyes de comfort y ambición.

Y dentro de nosotros, ambos. El bosque y su enemigo. La intuición de ser parte de un mundo salvaje e infinito a la par de un cotidiano lleno de preocupaciones, materiales y objetos… civilizados.

Dentro de un cuarto blanco, en una ciudad blanca se encuentra un hombre blanco educado para soñar un mundo blanco donde todo está planificado y ordenado… Su ritmo es el reloj: mecánico, artificial.

Pero aún en el castillo blanco mas cerrado se encuentran grietas. En los sueños se escapa el control de la mente racional y serán los sueños la ventana que usará el mundo del venado para hablarle de otros tiempos. Tiempos sin tiempo de los pueblos de Las Tierras Fértiles1 que aún están aquí, resistiendo de muchas maneras a la invasión del territorio físico e imaginario. Pueblos que siguen soñando una familia con cada elemento del cosmos, soñando y tejiendo el Abya Yala1.

Pero… ¿Por qué el Venado?
Una de las fuentes de inspiración de la obra es la trilogía de La Saga de los Confines escrita por la autora Argentina Liliana Bodoc. En palabras de ella: “La figura del venado hace referencia a una cosmovisión, a un modo de vivir y de morir. El ejército del venado es el pueblo originario de las Tierras Fértiles luchando contra sus conquistadores.” El venado está presente en todo el continente como un animal lleno de compasión y sabiduría ligado al Bosque.

El Viaje
Los Cuentos del Venado es una obra que se crea viajando, encontrando los pueblos originarios, escuchando sus historias de resistencia, sus cosmovisiones, aprendiendo de sus relaciones a la Madre Tierra y contándo a través del teatro lo que vamos recogiendo en el camino. Es una obra que se crea y se representa como un trueque de relatos de esperanza; una historia por otra que vaya hilando la narrativa de nuestro continente, no aquel de la historia oficial, sino el florido y diverso.

Es una obra como un rompe-cabezas, o más bien como un ensambla-corazones; nunca es la misma, nunca se acaba. Va creciendo con cada relato escuchado, paso a paso, viaje tras viaje, el venado tendrá más y más cuentos para despertar en los sueños al hombre blanco.

En el 2019 hemos realizado nuestro primer viaje a Sitka, Alaska. Allí pudimos realizar nuestra primera residencia de creación: mientras creabamos los primeros bocetos del mundo del hombre blanco, conocimos el pueblo Tinglit, sus luchas y sus cantos que aún resuenan en los bosques de lluvia.

En el momento nos encontramos en nuestra casa en los bordes del territorio del pueblo Nasa, al sur de Colombian, en el Cauca. Queremos fabricar un títere de venado con materiales naturales a escala real para la obra, mientras planificamos nuestra próxima visita al pueblo Uwa en la Sierra nevada del Cocuy.

Al ser una etapa autogestionada hacemos un llamado a nuestra red de amigos para apoyar la continuación de la obra. Esperamos gracias a esta ayuda poder realizar el viaje al pueblo Uwa y terminar una primera etapa de creación de la obra que nos permita abrirle camino al venado para continuar su viaje. De antemano les agradecemos.

  1. Abya Yala en lengua del pueblo Kuna es traducido como Tierra en florecimiento o Tierras Fértiles; éste nombre ha sido adoptado por distintos pueblos originarios del continente para reemplazar el nombre europeo de América eliminando así las fronteras imaginarias entre Norte y Sur. [] [] []

Actualmente estamos autogestionando la construcción de un venado a escala real para la obra, mientras planificamos el proximo viaje de Los Cuentos del Venado al Pueblo Uwa en la Sierra Nevada del Cocuy. Puedes apoyarnos a través de éste vínculo.